lunes, 31 de enero de 2011

Crítica de Enredados, o cómo Rapunzel se hizo dibujo animado

En un año abanderado (de largo) por la cinta "Toy Story 3", la animación, como no podía ser de otra manera, también tenía  un espacio guardado para los cuentos de princesas, hadas, brujas, castillos, etc...
Si hace poco más de un año se volvió a los valores tradicionales con "Tiana y el sapo", más bonita que divertida, con "Enredados" (magnífica de nuevo la traducción...¿por qué no se dejará Rapunzel?) nos topamos con una historia que nos alegra el día, muchos gags cómicos por parte de personajes secundarios como el caballo Máximo, el camaleón o el viejo de la taberna hacen que la historia de los hermanos Grimm se nos haga muy cercana.
Es verdad que ciertos aspectos del cuento originario se dejan a un lado en la adaptación de Disney, pero ¿y en qué película no?; de nuevo nos encontramos con una historia más accesible para los adultos, en la línea de Wall-E o de la mencionada Toy Story, pero cargada de situaciones de lo más hilarantes.
No es nada del otro mundo, no van a ver "El discurso del Rey", pero se pasa una hora y media amena, los personajes vuelven a estar muy bien perfilados, hay un grandioso colorido en cada escena y entre acción y acción hay momentos para el romance y las canciones, el cénit de la compañía Disney donde gracias a su música han logrado numerosos premios de la academia. Pero en este caso, la música hace perder interés en la trama, alguna que otra escena dura más de lo esperado y el espectador lo nota y se relaja, nada bueno puesto que está deseoso de que continúe la acción.
Aún así, se deja ver, por momentos divertidísima. Buena.
PD: a quien no le gusten las princesas, que vayan a ver Cómo entrenar a tu dragón.

martes, 25 de enero de 2011

Crítica de cine: "127 horas" o 127 maneras de disfrutarla


Lejos quedan ya aquellos tiempos en los que Boyle aparecía en los créditos de films como "una historia diferente" o "la playa". Mucho ha tenido que ver su multipremiada historia de "slumdog millionaire" y no tiene visos de alejarse de ese buen cine.
La historia que nos ocupa vuelve a ser fresca y contada de una manera nuevamente original, rápida y lenta a partes iguales y con una envoltura de videoclip que la hace muy atrevida (atentos a esos primeros minutos).
La cinta cuenta la verdadera historia de Aron Ralston, montañero alejado de los problemas de los demás chicos de su edad que entabla amistad con la naturaleza un fin de semana que será imborrable para el resto de su vida. No hay trucos de magia ni parafernalia cara, aquí hay un magnífico trabajo de montaje y de estilo y una interpretación soberbia de James Franco, la mejor de su carrera, al que por fín podemos verle en un papel a medida y fuera de sus anteriores pobres registros.
El asunto principal del film está narrado en apenas hora y media y aunque pueda parecerse al señor Wilson y Tom Hanks en "naúfrago" no nos engañemos, aquí el protagonista no tiene libertad de movimientos y únicamente se vale de su aguante físico y psíquico para superar la adversidad. El espectador padece tras cada escena como si se tratara el film de él y el deseo de vivir pocas veces ha quedado tan claramente reflejado. Sin embargo Boyle no cae en la tragedia y en lo dramático, los sucesivos flashbacks, los sueños  ¿reales? del protagonista y los monólogos ayudan a que el film haga de balanza entre lo cómico y lo trágico, pero por encima de todo está la caracterización de J.Franco; a pesar de la claustrofobia y el aprieto que podamos sentir, equiparable al de Ryan Reynolds en "enterrado", la actuación de Franco hace que nos olvidemos durante un minuto de su situación y nos sintamos libres, felices y encantados de la vida que nos han dado. El monateje vertiginoso desde el principio, no da respiro ni aún cuando la acción está parada y la música orquestada nuevamente por Rahman deliciosa, aunque cabe más destacar el tema final donde colabora la cantante Dido.
El resto del reparto, contadas apariciones que no suponen un obstáculo al planteamiento central
Sin ser resultadista, Boyle no conseguirá premios de Hollywood esta vez, nominaciones sí, pero su cine cada vez va a más, al igual que la de su compatriota Guy Ritchie (ya sin el peso de Madonna), la fascinación que atrae cada una de sus historias y su manera vetiginosa de contárnoslas da al cine un aire renovado y transgresor que faltaba en los nuevos tiempos.

Viva la vida cantaba Coldplay, pues bien repitamos esa frase. ¡Viva la vida!